La violenta normalidad



Audiolecturas se complace hoy en traeros un poema de Francisco Espada escrito especialmente hace unos años para el programa de radio, Letras en audio. Un poema que desgraciadamente refleja qué poco han cambiado las cosas cuando se trata de la violencia machista.
Pero hay que seguir denunciando, escribiendo o gritando, tanto da, para apoyar, animar y concienciar a las mujeres en general que no sigan aguantando malos tratos.
Hay que decirles que sean valientes, que no teman, que defiendan su dignidad.
Este poema titulado La violenta normalidad empieza con un encabezado que dice…

Sólo me pega cuando bebe,
pero sobrio es muy cariñoso conmigo
y también con los niños,

hasta me llama mi reina.”

Y ahora os dejo con el poema titulado...


La violenta normalidad


¡Tira la corona, reina apócrifa,
maldice el día en que le conociste
y hazte republicana, vete a vivir
al rincón humilde de la solidaridad,
al rescoldo amoroso de unas manos
extrañas que te comprenden y consuelan,
pero deja a esa mala bestia
y olvida su nombre para siempre!

Él no es tu padre y tampoco su heredero,
ya tuviste bastante
con una infancia a palos que conformaron
tu anómala normalidad;
no vayas de unas manos violentas a otras
y rompe esa cadena que te esclaviza
y no te deja ser tú. Tú, me oyes, sí tú,
la protagonista de tus días
haciendo tu santa voluntad.

El amor es paciente, pero no soporta
que le estampen en la cara bofetadas de odio;
el amor es amable, pero no sólo satisfaciendo
apetencias fogosas;
el amor todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera...
pero ¿qué vas a seguir esperando
de quien ha teñido tu rostro de violáceo
a base de golpes? ¿Qué puedes creer
después de tantos arrepentimientos incumplidos,
cansada de esperar un cambio que no llega?

¡Vete, mujer, construye de los despojos
los días que te regala la vida,
esos que tienes por delante
para hacer de ti una nueva criatura!
Quizás tengas que soportar
el frío de la precariedad,
el cobijo social donde poner tu nido
y explicar a tus hijos que todo fue una pesadilla,
pero hazte persona, recobra tu dignidad de mujer,
tu dignidad de madre,
y déjale en la gruta y aislamiento
donde deben vivir las fieras confinadas para siempre.




7 comentarios:

  1. Grito hecho poesía por parte de un gran poeta y SEÑOR con letras mayusculas.
    Bello lugar este.

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    1. Mi Inma preciosa sólo tiene para mí cánticos y bendiciones. Yo también te quiero.

      Besos.

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  2. Qué gran poema. Desgarrador y aún más real y cercano en tu voz. Sin duda Francisco Espada, un buen amigo, es un hombre entregado en cuerpo y alma a esta causa tan despierta de la violencia de género.
    Su gran elocuencia poética una vez más al servicio de la mujer.
    Me parece una gran elección este poema por la magnitud de su temática y por la belleza que este poema siempre despliega en todas sus poesías. Un abrazo a ambos😙😙

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    1. Mil gracias, Lucre, por los muchos adjetivos vertidos hacia mí. La buena gente es más numerosa que la perversa, pero gritamos menos y hacemos menos ruido, por eso es importante levantar la voz en defensa de tan grande ignominia. Mujer y hombre, sólo una misma criatura divina, con nuestras leves diferencias y el atractivo que ello implica. Mujer era mi madre, mujer es mi esposa, mujer mi hermana y un puñado grandísimo de amigas a las que amo y respeto.

      Un fuerte abrazo.

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  3. Buena eleccion la que haces. Denuncia , grito hecho verso al que tú le da alas y fuerza. Un abrazo a los dos.

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    1. Tus comentarios, Chelo, son como de casa. Eres de los míos y nadie de los míos hablaría mal de mí. Mil gracias.

      Un abrazo.

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  4. Querida Mirentxu: aunque ya te agradecí en privado, es de justicia que te de las gracias por el engrandecimiento que has dado a mi grito en favor del respeto a la mujer, que es cordura.

    Te confieso que hasta a mí me ha gustado el contenido pronunciado por ti, Mirentxu. Que sepas que he mandado el enlace a esta página a casi todos mis contactos de Whatsapp y se ha convertido mayoritariamente en un clamor.

    Una vez más gracias, Mirentxu, y un abrazo besado.

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